¿Cómo ocurre el cambio?
Los seres humanos poseemos una tendencia natural que nos impulsa a avanzar hacia nuestra propia madurez.
El regalo que nos hacemos cuando acudimos a terapia es darnos el espacio para que ese impulso de CONVERTIRNOS EN MEJORES PERSONAS se desarrolle.
En ese espacio de crecimiento y cambio descubrimos que alguien puede escucharnos y atendernos cuando expresamos nuestros sentimientos y, poco a poco, nos volvemos capaces de escucharnos a nosotros/as mismos/as.
Comenzamos a recibir mensajes “desde adentro”, a darnos cuenta cuando estamos enfadados/as, si experimentamos miedo o coraje.
A medida que “nos abrimos a lo que sucede adentro”, recuperamos la capacidad de percibir sentimientos que hasta ahora negábamos y rechazábamos.
Comenzamos a tomar conciencia de sentimientos que antes nos habían parecido “tan terribles, caóticos, anormales o vergonzosos” que nunca nos habíamos atrevido a reconocer su existencia.
A MEDIDA QUE APRENDEMOS A ESCUCHARNOS, TAMBIÉN APRENDEMOS A ACEPTARNOS…Y AMARNOS.
Cuando podemos expresar “nuestras partes ocultas”, descubrimos que el/la terapeuta manifiesta un un “respeto positivo e incondicional” hacia nosotras/os y nuestros sentimientos, cosa bastante poco común en nuestras relaciones ordinarias…
Poco a poco comenzamos a asumir esta actitud de respeto y aceptación hacia nosotros/as mismos/as. Aceptándonos tal cual somos y en consecuencia ya listas/os para emprender “el proceso de llegar a ser”
A medida que captamos con más precisión nuestros “propios contenidos”, nos juzgamos menos y nos aceptamos más, vamos logrando “más coherencia”. Nos podemos mover más allá de las máscaras que nos escondían, podemos dejar de estar a la defensiva y mostrarnos más abiertamente como somos. Finalmente descubrimos que podemos cambiar y madurar en las direcciones que desarrollan nuestro precioso, único y auténtico potencial.
Fuente : El proceso de convertirse en persona, CARL ROGERS