Se me pasa el arroz y no tengo pareja…

Muchas mujeres acuden a mi terapia a raíz de sucesivos fracasos en sus relaciones de pareja ,  angustiadas porque los años pasan y, no han logrado consolidar un vínculo estable con un hombre, muchas además están movilizadas por el anhelo de ser madres.

Cuando los fracasos en nuestras relaciones de pareja se suceden sentimos que estamos falladas, defectuosas. Lo seguimos intentando, somos mayores, pero seguimos actuando con las mismas pautas de comportamiento rígidas, que nos facilitan mantener nuestra autoimagen, estamos alienados /as.  Esta alienación es la distancia entre lo que somos y lo que sentimos, pensamos y hacemos.   A mayor desconexión interna, mayor es el grado de malestar.

La realidad es cambiante, la alienación nos  hace hacer lo mismo y percibirlo igual. Nos mantenemos en el mismo lugar para sentirnos seguras/os y evitarnos el miedo de ir descubriendo quiénes somos y encarar lo que necesitamos afrontar. Muchas mujeres prefieren quedarse con la imagen de sí mismas de fracaso en el amor a preguntarse si, en lo profundo de su ser, quieren  que una historia de pareja sea central en sus vidas o anhelan organizar su existencia en torno a otro tipo de relaciones y vínculos.

Es posible que efectivamente tengamos carencias afectivas que boicotean nuestra capacidad de establecer relaciones amorosas sanas y, también es posible, que necesitemos aceptar y atravesar nuestra soledad, sanar nuestras heridas, darnos permiso para imaginar nuevos modelos de vida, de pareja y de familia.

“La pareja, el matrimonio y la familia tal cual la conocemos hoy en día es una elaboración cultural: osea un conjunto de guías, marcos y modelos de y para los sentimientos, para las intenciones y acciones de las personas. Están culturalmente construidos e históricamente determinados”.

Sherry Ortner, antropólogo

En la naturaleza humana son necesarios dos sexos para la reproducción. De ahí que la estructura clásica de familia se constituya en torno a un hombre y una mujer, un macho y una hembra. Hoy en día  gracias a la capacidad de las personas de vincularnos entre nosotras y establecer alianzas vitales diversas  que van más allá del mero afán de procreación, los seres humanos hemos trascendido  nuestros objetivos biológicos. El resultado de la combinación de ambos géneros  da lugar a que la familia pueda tener diferentes formas, lo importante es que garanticen el  desarrollo del niño y la satisfacción de sus necesidades y derechos a todos los niveles: físico, emocional, social , etc..

Te invito a preguntarte

Cuáles son mis  verdaderas motivaciones para formar una pareja y una familia?
Puede ser que quiera hacerlo mejor que mis padres?
Puede ser que quiera sanar mi propia infancia, buscando la familia ideal que no tuve?

El significado o aprendizaje que asociamos a nuestras experiencias vitales cambia nuestra estructura emocional nos predispone y condiciona el momento presente y  experiencias futuras. Lo de querer reparar en la vida adulta la propia infancia tiene que ver con no haber asimilado y hecho las paces con nuestros padres.

Por más que  intentemos con todas nuestras fuerzas cambiar nuestro destino, seguimos enganchadas a nuestra historia y actuando en reacción a un dolor antiguo. Para mi lo importante es aceptar las experiencias vividas,  como parte de nuestras raíces e identidad, aceptar y perdonar a nuestros padres por sus limitaciones y darnos permiso para preguntarnos: qué es lo que realmente me hace bien? qué tipo de vínculos me gustaría construir en la vida que estoy creando, más allá de mi historia personal?